Todo habia comenzado meses antes... 12, un año?!. Era un tumor gigante en su pulmon derecho. Yo no estaba y prepare maletas despues de llorar sentada en la escalera hablando con mi bruja amiga italiana que hasta en los dias posteriores a esa ultima noche de mayo y primer dia de junio, acerto a llamar en el minuto justo de la tristeza desbocada.
Ella se sujetaba a la vida, aunque distaba tanto de la que habia sido “su” vida. La pequeña mujer que caminaba rauda desde Chucre Manzur a Eulogia Sanchez, habia sido doblegada por los tentaculos de ese hijo de tantos puchos que se portaba en el pecho. No podia caminar.
Hacia frio (toda esa semana y media, que parecio eterna). Mi madre se ahogaba, llamo mi abuela. Y partimos. Y si, estaba ahogada, su cabeza azul, no se como iniciamos el “operativo de emergencia”. El primero.
Pasamos la noche en la Posta, viendo que el oxigeno la aliviaba pero no la mejoraba, mirando por primera vez de cerca una sonda, repitiendo las caricias en una cabeza sin pelo como ella hizo cuando nosotros eramos pequeños, aprendiendo a llevar la camilla –como ya habiamos hecho con la silla de ruedas- desde la sala de espera a la de rayos X. Liquido en los pulmones, eso la hacia ahogarse. Le sacaron 3 litros, pero aun quedaba y aumentaria rapidamente, dijo la doctora. A primera hora debiamos llevarla al Hospital de Torax.
Estabamos ahi –otra vez, como las tardes de tantos lunes-. Parecia que la “emergencia” habia pasado. Recuerdo. Entramos a la estrecha sala donde un estudiante-medico-principiante trato de convencernos de la eficacia del inhalador en este tipo de casos. Y mi madre comenzo a toser, inhalar, toser, toser, inhalar, toser, toser, toser... el aire de la salita desaparecio y mi madre comenzo de nuevo a ponerse azul. El estudiante-medico-principiante fue incapaz y se limito a perdir oxigeno. El Pablo, con mano firme, forcejeo con el estrecho espacio y la silla de ruedas, con voz dulce intentaba tranquilizar a mi madre y a mi, parada con el inhalador en la mano tratando de no respirar en la ilogica esperanza que asi ella pudiera. Oxigeno.
Y otra vez el acuerdo tacito, mientras mi hermano era fuerte, yo me derretia, y viceversa. Mi madre, el oxigeno y su primera experiencia con la morfina. Mi hermano, el hombre fuerte de hace unos minutos, lloraba en un rinconcito. Yo volviendo en mi, exigiendo una respuesta medica. Y me dieron dos: “por ahora no hay cama” y un “no tenemos espacio para casos terminales, la gente debe morir en su casa”... pero ahogada!!!!, es demasiado terrible.
A partir de la ultima noche de mayo, en el primer dia de junio tuvimos que tomar decisiones de vida o muerte, como adultos. El quitar el liquido del pulmon resolvia momentaneamente que mi madre no se ahogara, tambien significaba la expansion del tumor. Estaba en nuestras manos. Al dia siguiente, fue hospitalizada para el procedimiento.
Ya no podia estar sin oxigeno, pero todavia saltaba de la cama despues de soñar que podia caminar. El piso 3 del Hospital de Torax, de nuevo se transformo en nuestra casa, de nuevo nos veian todos los dias de las 15 a las 20. De nuevo eramos para el portero “los niños de las bicicletas”. De nuevo la gente del piso 3 (enfermeras y auxiliares) nos daba mas que una mano, de nuevo la psicologa y las enfermeras de Cuidados Paliativos del mismo Hospital, nos sostenian.
Pasaron los dias y no la intervinieron. Pasaron los dias y decidieron darla de alta. Pasaron los dias y era imposible que viviera sin oxigeno.
Ese dia, mientras el Pablo se hacia cargo “de la coordinacion en Hospital”, yo, bajo una tremenda lluvia, en bicicleta, sin ir a trabajar, trataba desesperadamente de conseguir el oxigeno (como, donde, cuanto?). Mientras en el Hospital San Jose (donde mi madre habia querido ir “porque ahi si que la harian caminar”) con la crueldad infinita de su inepto Departamento de Cuidados Paliativos nos nego todo apoyo, en la desesperacion eche mano a lo unico seguro que tengo en la vida: mis amores, mis amigos. Asi me enseno mi madre, asi tambien estuvieron los suyos.
“Me han dicho que si necesito ayuda se las pida. Ahora es el momento”, creo que decia mi mail. Y tantos y tantas, viejos y nuevos amigos, economica, afectiva, con contactos e ideas, nos dieron una mano, nos sostuvieron. A un año de distancia, cada vez que lo recuerdo, se los agradezco porque resisti, resistimos, gracias a uds.
No se si para un mortal cualquiera exista otro modo, pero conocer el funcionamiento de un tubo de oxigeno cuando de este depende la vida de tu madre, no es facil. 28 horas estuvo mi madre en casa (con nosotros, con una enfermera)... y se activo el segundo operativo de emergencia. Cuanto nos demoramos en llegar a su casa?, cuanto nos demoramos en llevarla a la Posta?... en todo, media hora quiza?.
De nuevo Hospital del Torax, de nuevo de 15 a 20, de nuevo mi hermano durmiendo en el sofa de la sala de espera. De nuevo orando para que no la dieran de alta, de nuevo pensando en que si eso sucedia, entre ver a mi madre morir ahogada y nosotros sin poder hacer nada, y encadenarme a las rejas del Hospital, la opcion era esta ultima. Y lo habria hecho.
De nuevo haciendo todas las gestiones posibles para encontrar un lugar que no existe en Chile: un sitio que reciba a enfermos terminales, que los ayude a tener una muerte digna, que permita a sus familias vivir el nunca facil proceso de la muerte sin dramatismo, con amor.
La dieron de alta, y minutos (lo juro, minutos) gracias al cielo, lo encontre.
Los ultimos 3 meses de vida de mi madre comenzaron asi, un dia como hoy, la ultima noche de mayo y el primer dia de junio.
jueves, 31 de mayo de 2007
La ultima noche de mayo y el primer dia de junio de hace un año
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4 comentarios:
Tus palabras me llegaron muy adentro. Tuve una experiencia totalmente distinta en una situación igual,en este querido país donde tengo la suerte de vivir, la medicina no ha perdido la humanidad.
Gracias por pasar por mi bitacora y dejar un comentario! Nos estaremos leyendo. ;-)
Querida amiga, recién hoy he leído este testimonio sanador... siempre escribir sana, se comparte la carga, se aliviana el alma (dijo la atea); en fin, permite poner en perspectiva lo vivido, ayudar a otras otros... hacer que el dolor se transforme en fuerza.
Siento no haber estado más cerca en esas horas, días, semanas de tanta tristeza. Pero estoy ahora, si te sirve. Todo mi amor y fuerza.
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