miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hablando de muerte

Sra. Muerte, en estos dias le he recordado mucho. Pensandola he escrito cartas mentales para que cuando sea usted quien se acuerde de mi, no me queden tantos temas pendientes.
Me la imagino sentada en un café, en una mesa discreta (en la número 2, la 1 es de la Vida. No es una cuestión de discriminación, más bien de orden de llegada). La veo con su vestido oscuro (no necesariamente negro, ese es un cliché), fumando (admito que esta imagen tiene que ver con mis 2 muertos de cáncer al pulmón y mi hermano que fumaba tanto), discreta, seria.
¿Me puedo sentar un momento?. Sabe que le tengo respeto, el mismo que usted me ha tenido a mi. Digamos que hasta ahora mantenemos una relación madura, de adultas, sin dramatismos. Usted ha hecho lo suyo y yo siento que dentro de todo ha hecho su pega con dulzura.
Aún asi, y aprovechando este minuto de confianza, quisiera pedirle que por un rato se olvide de mi. Ya sabe, parientes, hijas, amigos. Sé que no tengo ningun poder contractual y seguramente recibe ordenes, por lo mismo me fío sólo de su buena voluntad.
En todo caso, es verdad que me he tomado sus visitas con calma, pero debe saber tambien que si supiera que un llanto escandaloso sirve de algo a cambiar sus decisiones, habria convocado ya el millón de lágrimas que tengo dentro.

domingo, 4 de septiembre de 2011